miércoles, 5 de noviembre de 2008

y para rematar...

la muerte quiso venir
a darse la vuelta un rato
a este desierto ingrato
y hacer a algunos morir.

pues pobre de la flaquita
que al llegar a la salada
estaba ya bien quemada
y reseca la boquita.

más no se rajó y ni madres,
no quiso salir corriendo:
“ni piensen que me ando yendo,
si ya ando haciendo comadres”.

y así la negra seguía
mientras los días pasaban,
las gentes se acostumbraban
a verla ya de cerquita.

la fuimos hasta queriendo
y nos fuimos olvidando
del temor, horror y miedo
que uno cree que va sembrando.

pero ella nunca olvidó
su plan eterno de muerte,
pensó para sí “¡qué suerte!
pa’ matar sí me gustó”.

se puso a matar a todos
los chicaleneses parejos:
que si pochos, que si viejos,
que si cholos y pankillos,
que si emos bien chiquillos,
que si listos y pendejos,
wannabes y ricachones,
políticos y estudiantes,
doñas bichis y en calzones,
infieles y sus amantes,
antreros, amargaditos,
presumidos y fileros,
batos feos y guapitos,
morras gachas y bien cueros,
incluso a lo más culeros
se los traía bien cortitos.

pero nadie se enteró
de las fechorías mortales,
éramos todos iguales
nomás que con más calor.

la catrina se quedó
cumpliendo su cometido
y se hizo aquí su panteón,
su paraíso perdido.

bien muertos estamos todos
y ninguno lo descubre,
el sol quema como lumbre,
no sentimos ni los codos,
pero nadie dice nada
del calor que se incrementa,
que hasta la madre nos mienta:
¡ya nos llevó la chingada!

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