yo creo que
hay que regalar poemas
poemas por aquí y por allá
dejar poemas sorpresa en los bolsillos
debajo de las libretas
enredados en las cintas de los zapatos
en el parabrisas
atorados en los ojales
en los bordes de las pantallas
en el pasamanos de la escalera
colgados de
las ramas más bajitas de los árboles
detrás de
las notas de compra
bajo las servilletas
hay que
regalar poemas tibios
azules y
negros
fríos
amarillos
nocturnos y
bestiales
hay que
lanzarlos por las ventanas
volátiles y
gruesos
sólidos o
efímeros
graciosos
mortales
serios
de amor o
de perdones
sería bueno
dejar poemas pegados
debajo de
las mesas
junto a los
chicles
bajo el
asiento del camión
en las
colillas de cigarros
entre los
botes de cerveza
en el fondo
de las botellas de vino
o de
tequila
poemas
líquidos e impermeables
poemas
ácidos
amargos
salados y
cortantes
de esos que
parecen navajas
bisturí del
diez
filero de
barrio
dejar
dobladitos poemas sabrosos y digeribles
poemas que endulcen
que acaricien y enmudezcan
poemas
calientes
de los que
saben a faje en rincones
de los que
huelen a pieles revueltas
poemas
ricos y antojables
hay que
regalar poemas de todos
de los que
dicen
los que
preguntan
los que aclaran o cuestionan
los que matan
que maldicen
que revelan y adormecen
poemas que
griten
poemas que
callen
poemas que
rompan bocas
que rompan
almas
que rompan
madres
porque en estos días escurridos
en que el espacio se accidenta
y el tiempo se extravía en mil escalas
el brusco
golpe de un poema necio
es lo único
que podría despertarnos